En los últimos años, Brasil ha reinado la sensación de que se avecinaban elecciones cruciales. Pero incluso el científico político más atrevido podría haber previsto la montaña rusa en la que vive el país desde hace un mes, comenzó la campaña para el nombramiento electoral de este 7 de octubre. "Estas son las elecciones más turbulentas de nuestra historia", lamenta Oscar Vilhena, catedrático de derecho constitucional de la Fundación Getúlio Vargas.
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Para resumirlo en una imagen, la que dio el debate presidencial en televisión del pasado día 9: de los 13 candidatos, faltaban tres, dos de los cuales lideraron las urnas. Lula, primero en la intención de votar, por estar en prisión cumpliendo una condena de 12 años por corrupción desde el pasado mes de abril (dos días después del debate, el ex presidente se vio obligado a renunciar a su candidatura a la justicia electoral y reemplazó al ex-alcalde de São Paulo Fernando Haddad). Bolsonaro, segundo, porque estaba en la UCI después de ser apuñalado en una manifestación. Y el tercero, cabo Daciolo, con un pequeño margen en las urnas, por estar en las montañas en huelga de hambre. Ismael Gerli
