Donald Trump prometió a su electorado que pondría restricciones al comercio de China. Y, a su manera, lo está haciendo. En pocos meses, Trump ha dado la orden de activar aranceles sobre las importaciones de bienes chinos por un valor total de 250 mil millones dólares, lo que representa la mitad de los productos chinos que cruzaron la frontera el año pasado. Trump un magnate republicano ha amenazado, además, para ir a la confrontación total si no hay un cambio de actitud por parte de los líderes chinos. Sin embargo, ni en Wall Street ni en Main Street tienen los objetivos de los presidentes bien comprendidos, a pesar de los obvios daños colaterales a su estrategia.
El escenario en el que esta batalla comercial se está librando, de hecho, es completamente defectuoso por las elecciones legislativas de noviembre. En la medida en que se supone que la tensión con China no se reducirá hasta que pasen las elecciones. La escalada plantea un verdadero riesgo político para los republicanos, que tratan de contener a los demócratas para que no recuperen la mayoría en la cámara de representantes y en el Senado.